Los equipos de
telecomunicación, a través de los cuales se transmite la información, han ido
evolucionando y formando parte importante de nuestra vida cotidiana, pasamos
del telégrafo a WhatsApp y de la televisión en blanco y negro, que merecía su
propio espacio, a celulares o tablets de alta resolución que pueden llevarse
hasta al baño. Pero los aparatos tecnológicos no solamente aportan un valor
práctico, sino estético y simbólico que nos llevan a elegir entre un sinfín de
opciones: no sólo el más eficiente, sino el más lindo, el de mejor diseño o el
que me otorga mayor estatus.
Vale
la pena entonces empezar a reflexionar sobre la tecnología en nuestra vida
cotidiana cuestionando no sólo la manera en que la uso, sino también por qué y
para qué.
TECNOLOGÍA Y MENTE
Los mexicanos pasamos
más de ocho horas al día interactuando con algún aparato tecnológico conectado
a Internet, ya sea el celular, la computadora o tablet. Es imposible pensar que
algo en lo que ya pasamos la mayor parte de nuestro tiempo no pueda tener un
impacto (tanto positivo como negativo) en nuestra mente, lo tiene, y la
tecnología ha marcado no sólo una nueva forma de relacionarnos con otros, sino
también con nosotros mismos.
Según la revista
Forbes, 33 % de los internautas que se encuentran activos en redes sociales
están en edad laboral, siendo Facebook (95 %), Youtube (60 %) y Twitter (56 %)
las más comunes. Hay muchas ventajas del uso de la tecnología y del uso de las
redes sociales dentro del ámbito laboral: en primer lugar, la tecnología ha
hecho que los trabajos sean más flexibles y que el home office o
el remote office sean posibles, para evitar factores
estresantes como el tráfico o el “ir a calentar la silla”, y así optimizar el
tiempo de los empleados, eliminando barreras de horarios, distancias y
contribuyendo a formar un sentimiento de productividad y asertividad en el
manejo de los horarios.
Sin duda, la
tecnología ha presentado nuevos retos para las familias actuales, especialmente
en términos de comunicación, pero también ofrece nuevas formas de convivencia.
En primer lugar, hay que enfocarnos en que las tecnologías son herramientas que
nos ofrecen alternativas, así que hay que usarlas a nuestro favor y entender el
papel que tienen en la vida de nuestros seres queridos. Como papás, es
importante entender que los niños no “nacen con el chip integrado”, saber
operar y manipular un gadget (que, valga decir, está diseñado justamente para
operar de manera intuitiva) no significa que saben usarlo con responsabilidad y
ética. Como papás, hay que ofrecer una guía para nuestros hijos y entender las
redes que tienen a su alcance.