Viajar a Marte es, sin ningún género de dudas, el gran objetivo de la NASA de cara al presente siglo. De hecho, espera para antes de 2050 ser capaz de lanzar la primera misión tripulada que se capaz de amartizar en la superficie del planeta rojo y conocer sus secretos sobre el terreno. Pero existe un problema: el ser humano. Será cuestión de décadas que se consiga la tecnología suficiente para llegar hasta allí, pero las dudas recaen directamente en los astronautas.
Con la tecnología actual, una nave tardaría en llegar a Marte entre 400 y 450 días, teniendo en cuenta que fuera lanzada en las mejores condiciones de gravedad y en el momento en que la órbita terrestre se encuentre más cercana del planeta rojo. O, dicho de otra manera: solo ir y volver supondría más de dos años de misión, sin tener en cuenta el tiempo de estancia en Marte para analizar su superficie. Por ello, el perfil psicológico del astronauta será básico.
Encontrar la tecnología adecuada para llegar a Marte, superar los desafíos tecnológicos que permitan el regreso de la misión, asumir los enormes costes económicos de la construcción de la nave o, incluso, conseguir paliar los efectos de la radiación cósmica o ionizante no son, ni mucho menos, los principales retos para conseguir alcanzar la gran meta espacial del siglo. El principal problema es conseguir que la mente humana sea capaz de asumir el viaje al que se enfrenta.
La Tierra es otro de los problemas. El ser humano necesita seguridad para afrontar los retos y saber que, en caso de tener algún problema, su regreso a la normalidad es posible. El problema llegará cuando, antes de la mitad de la misión, se deje de ver nuestro planeta desde la nave, algo que puede generar ansiedad y eliminar la perspectiva más optimista del astronauta. Científicamente está comprobado que ambas situaciones generan altibajos emocionales.
Por último, el gran miedo está relacionado con las comunicaciones. Se cree que es posible mantener una línea abierta bidireccional en todo momento, aunque se calcula que en determinados puntos del espacio el retraso en el diálogo puede ser de hasta 22 minutos. Es decir, en caso de emergencia -por avería o, incluso, en caso de tener que contactar con un psicólogo-, el astronauta deberá saber autogestionar sus emociones. Por ello, el principal problema para llegar a Marte está en nosotros.