A nivel ciudadano la sociedad civil colaboró en la lucha contra el virus recurriendo a distintas tecnologías en beneficio de la solidaridad y de la acción ciudadana, con el fin de aliviar la presión y la complejidad logística que esta situación de alarma estaba generando.
Ha cambiado la actuación y el aspecto de las grandes marcas. La intervención de gigantes como Google, Facebook o Apple dejó de circunscribirse al ámbito de sus operaciones tal y como las conocíamos. Frenar la propagación de fake news, recopilar datos útiles para la respuesta ante el coronavirus y mejorar el “clima” emocional de los usuarios ofreciendo una música más alegre fueron solo algunas de las actividades que empezaron a asumir en los primeros días.
La tecnología que en décadas anteriores había aparecido ante los ojos del mundo como una infraestructura fría y capaz de amenazar las relaciones humanas consiguió reducir, de forma drástica, la distancia que nos separa a las personas en los 180 países impactados hasta el momento, uniéndonos en torno a una libertad y normalidad suspendidas.
Si algo positivo hemos aprendido individuos y sociedad en todo el mundo tras la declaración de la OMS, el pasado 11 de marzo, de pandemia global por la COVID-19 es que la tecnología abre una puerta ,aunque sea virtual, por la que entran soluciones y esperanza en un escenario de incertidumbre y confinamiento.
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